sábado, 10 de septiembre de 2011

Un equipo, unos colores.. Un sentimiento.

Hay bastantes personas para las que la palabra fútbol significa un juego en el que once panolis corren detrás de un balón para logar meterlo en la portería del rival. A mí esta opinión no me parece acertada, pero no seré yo quien diga que estas personas están equivocadas. Cada uno tiene sus gustos y opiniones, y hay que respetarlos.
Quizás las personas que piensan así de este deporte, nunca puedan llegar a entender lo que éste significa para nosotros, los aficionados. Y es que el fútbol en su término general es un deporte, el cual la gente ve o practica para entretenerse, pero cuando eres de un equipo determinado todo cambia.
Yo soy de las que piensan que si eres de un equipo en particular, no puedes ser de más, es decir, te pueden gustar miles de equipos, pero ser de verdad, sólo eres de uno.
Me gustaría ponerme de ejemplo a mí misma, porque hay veces que la gente me malinterpreta, y no quiero que eso pase más.

A estas alturas todo el mundo sabe ya que soy del Barça, ahora bien, mi segundo equipo es el Málaga Cf. Málaga es mi ciudad nata, y por ello le tengo cariño al equipo y me gusta que gane. Pero.. ¿qué pasa? Pues que por mucho que yo le tenga aprecio al equipo de mi ciudad, me considero culé por encima de todo, porque el FC Barcelona es el único equipo que me emociona cada vez que juega, el único que realmente me apasiona. Esto es así, y no lo puede cambiar nada ni nadie. Simplemente, no se puede evitar.

Ser de un equipo es un sentimiento, algo que no se puede explicar con simples palabras. Por eso solamente puedes ser de uno, porque tú eres de un equipo cuando..
.. sientes sus colores en el corazón.
Cuando gritas sus goles como el que más.
Cuando quieres y apoyas a todos y cada uno de sus jugadores.
Cuando estas en tu ciudad viendo un partido con la camiseta de tu equipo natal y no puedes evitar levantarte a aplaudir los goles y las jugadas de ese equipo del que verdaderamente eres aficionado.
Cuando lo apoyas tanto en los buenos como en los malos momentos.
Cuando el hecho de llevar su camiseta puesta, te produce un orgullo inmenso.
Cuando cada vez que marca, un escalofrío te recorre todo el cuerpo desde los pies hasta la cabeza.
Cuando no puedes evitar que se te salten las lágrimas casa vez que levanta una copa.
Cuando un jugador cae al suelo y no te quedas tranquilo hasta que dan el parte médico.
Cuando al oír una crítica, no puedes evitar defenderlo con todas tus fuerzas.
Cuando sabes reconocer si han cometido un error o si lo han hecho bien.
Cuando al oír el himno se te ponen los vellos de punta.
En definitiva, cuando naciste siendo de ese equipo y nunca dejaste de serlo.

Y es que el fútbol se lleva muy dentro. Y sólo el que le siente puede entenderlo.